Uno de los disfrutes gastronómicos otoñales por excelencia es el comer setas. Son saludables, muy sabrosas y nos hacen entrar de lleno en el bucólico espíritu del otoño.
Son un buen alimento, sobre todo para personas que están a dieta gracias a su ligereza y alto contenido en agua. Además aportan vitaminas del grupo B, minerales fundamentales y antioxidantes.
Y sobre todo, son exquisitas para incorporar a nuestros platos. Y para que salgan perfectos, debemos considerar una máxima: no dejarlas en remojo y evitar todo lo posible su aclarado con agua. Muchas veces se pueden retirar las partes sucias con un cuchillo o incluso limpiarlas con un paño húmedo. De este modo conservaremos sus delicados aromas.
Si no eres un experto recolector, te recomendamos que las compres para disfrutarlas sin peligros. En el mercado encontrarás estos 6 tipos de setas:
Trufa negra: su carne consistente, una vez rallada o laminada, dará un sabor intenso y muy especial a tus platos.
Boletus edulis: para conservar su aroma, evita pasarla por agua para aclararla. Es una seta muy apreciada por su aroma y sabor, y puedes conservarla en aceite.
Oronjas: también llamada amanita cesárea (ya que los césares romanos las adoraban) se puede consumir cruda o cocinada. Las podemos encontrar por toda España y es perfecta para ensaladas.
Níscalos: o Robellón en Cataluña, se distingue por su sabor afrutado y dulzón. Perfecta para guisos o a la brasa.
Setas de pie azul: más desconocida y de sabor fuerte, esta seta es ideal para cremas y salsas. Su color azulado violáceo aporta un color muy especial a sus elaboraciones.
Rebozuelos: muy popular y con un leve sabor a albaricoque. Su sabor suave y aromático se aprecia con mucho gusto en guisos. Se puede desecar, al igual que otras dos setas populares: las serenduelas y las trompetas de los muertos.